Los apellidos Rotschild y Rockefeller los identificamos con dos de las dinastías empresariales más importantes de Europa y Estados Unidos. Hace ya algún tiempo las estudié para conocer la fórmula de su éxito.
A finales del siglo XVIII Mayer A. Rotschild comenzó como “financiero de la corte” (“court jew” o “court factor”) y, por esas mismas fechas, fundó su banco en Frankfurt, Alemania. Para el siguiente siglo llegó a tener la institución bancaria más grande del Mundo.
Por su parte, John D. Rockefeller fundó la Oil Standard Company en 1870 en Cleveland, Ohio y se dice que, para inicios del siglo XX, era el hombre más rico del mundo. Tal fue su éxito en la industria del petróleo que su emporio fue desmantelado por el Gobierno Americano a consecuencia de las regulaciones en contra de prácticas monopólicas.
A lo largo de las generaciones estas dos familias han sorteado múltiples desafíos de gran alcance: guerras mundiales, pestes, hambrunas, crisis económicas, pérdidas familiares, desastres naturales, investigaciones gubernamentales y al día de hoy han prevalecido.
¿A qué me refiero con que han prevalecido?
A que las generaciones que siguieron a los fundadores han logrado preservar el patrimonio, mantenerse juntos, renovados y con basta experiencia en materia de gobernanza familiar.
Incluso los Rockefeller recién declararon públicamente que van a mover sus inversiones a la Industria de “energías limpias”.
Como podemos ver, ambas familias tienen una mentalidad de muy largo plazo y están blindados ante cualquier eventualidad. Desde luego que pueden llegar a inquietarse, pero tienen gran confianza en lo que son y saben que los pilares que soportan a su familia son tan firmes que siempre van a salir adelante.
La clave es que tienen fundamentos familiares y empresariales tan sólidos que nada los derrumba, lo cual aplica para todas las familias, no es indispensable contar con patrimonios importantes.
Estos ejemplos vienen muy en línea con el momento actual en donde estamos viviendo una circunstancia totalmente atípica y una auténtica conmoción global que tiene consecuencias y repercusiones en todos los ámbitos y desde luego, puede tener un impacto en la concepción que tenemos de nuestros Legados.
¿Cómo se construye un Legado bien cimentado?
En mi opinión, la solución es el enfoque integral, esto es, abordar el tema desde diversos ángulos para poder tener una mejor perspectiva y lograr mayor impacto y eficacia.
Es por eso que, por ejemplo, la metodología que desarrollo, a grandes rasgos, en mi Libro “Cómo hacer que su herencia trascienda” se llama Plan Hereditario 360® y tiene como base cuatro principios: Empatía, Armonía, Responsabilidad y Protección.
Esto es, a diferencia de la planeación hereditaria tradicional, en donde principalmente se analiza la situación desde el punto de vista financiero, tributario y jurídico; por mi parte planteo adoptar una perspectiva holística que involucre otras disciplinas: antropología, sociología, psicología, etc.
El propósito que se persigue con este enfoque, es incrementar sustancialmente las probabilidades de que a futuro exista armonía, continuidad familiar y que el patrimonio perdure en el tiempo.
En otras palabras, el Plan Hereditario 360â rebasa en todos los sentidos a un buen testamento o un Fideicomiso, pues es la piedra angular para el auténtico Legado, pero este último va aún más allá.
Al respecto, vale la pena explicar la diferencia entre Herencia y Legado.
Herencia es la manera en que vamos a distribuir y transmitir nuestros bienes cuando muramos (desde mi punto de vista, el Legado comienza cuando se dejan las condiciones favorables para la armonía de la familia y la continuidad del patrimonio).
Por su parte, el Legado, no en el sentido jurídico, sino en el sentido amplio es un concepto muy profundo. El Legado es por lo que seremos recordados, se refiere no solo a lo material, sino sobre todo a lo inmaterial, a lo intangible y que también será transmitido a nuestros herederos. Es lo que trasciende más allá de lo económico.
El Legado cobra vida propia e independiente de la persona. Es muy claro en el caso de un artista, en donde, por ejemplo, sus herederos son sus familiares, pero los beneficiarios de su Legado sería la sociedad en general y entre más acceso tenga el público a la obra del artista, mayor será ese Legado.
El auténtico Legado está muy relacionado con encontrar nuestra razón de ser para reafirmar nuestros valores y definir lo que realmente somos como familia.
Si logramos conseguir esto, independientemente de lo basto o precario del patrimonio tengamos, lo más probable es que se genere identidad y sentido de pertenencia hacia la familia, lo cual, a su vez, comenzará por construir fundamentos familiares muy sólidos que, aunado a otros conceptos que explicaré en posteriores publicaciones, nos colocará en la ruta correcta de un Legado bien cimentado que podrá superar cualquier crisis.