La semana pasada fue difícil. Covid-19 finalmente se hizo presente en mi círculo cercano. Uno de mis mejores amigos que conocí desde la primaria -joven, deportista, ajeno a grupo a vulnerable y con una familia maravillosa- tuvo que ser hospitalizado. Recién comienza a recuperarse.
Simultáneamente, un paciente de 75 años fallecía después de 16 largos días de luchar lejos de su familia. En este caso, lo de menos eran los síntomas que sufrió su hijo -mi otro amigo cercano- también contagiado.
Supongo que todos habremos escuchado historias similares -o peores- a lo largo de estos meses de pandemia, pero más allá de las precauciones que podamos adoptar me he preguntado lo siguiente:
¿Soy auténticamente consciente de que me puede pasar a mi?
¿He interiorizado la inevitabilidad de la muerte?
¿Estoy preparado para morir hoy?
La vida se encarga de mandarnos indirectas y queda en cada uno de nosotros hacer caso, o no. Lo cierto es que la vida es como un tren que, si bien hace paradas en cada estación nunca se detiene, ni podemos hacer nada por detenerlo.
Como sabemos que ha sucedido a lo largo de la humanidad, si no hacemos caso al anuncio del abordaje en la estación que nos corresponde estaremos intentando manipular nuestra propia naturaleza, dando la espalda a la vida y ese mismo tren terminará por arrollarnos.
En lo que a mi respecta, me corresponde atender el llamado y abordar.
Primero la familia (Familia Ante Omnia):
¿Estamos en paz y armonía?
¿Me puedo ir tranquilo?
¿Mi familia estará bien si yo falto?
¿Qué pasaría si falta alguien de mi familia?
Tengo trabajo que realizar, pero ya soy consciente de lo que debo hacer y sugiero hacer lo mismo.
Ahora bien, en lo que a mi especialidad y profesión respecta, recomiendo comenzar por lo siguiente:
- Elabora o actualiza el testamento (cuidando los principios de: Empatía, Armonía, Responsabilidad y Protección).
- Organiza tus asuntos, información sobre tu patrimonio y documentos para que tus familiares no lo tengan que hacer por ti.
- Revisa que los beneficiarios de los seguros de vida, cuentas de cheques y cuentas de inversión sean los que realmente quieres que sean, pues no basta con cambiar el testamento.
- Informa a tus familiares sobre qué hacer, dónde están los documentos importantes y a quién consultar en caso de que faltes.
- En su caso, elabora cartas a tus familiares y amigos más cercanos.
La vida no se detiene nunca, a menos que se interrumpa, pero mientras eso suceda, debemos vivir con tranquilidad a sabiendas que atendemos con valentía las señales e indirectas que recibimos para abordar el tren que nos lleva a nuestro destino.